domingo, 28 de febrero de 2010

Notas para verdad y mentira en sentido extramoral.


La verdad: estamos solos con la nada, sin nadie como nosotros, nadie puede sondear nuestra alma hasta sus más íntimos rincones… por ello, no existen enemigos ni amigos por antonomasia, absolutos, abnegados…

La mentira: existen relaciones en dónde deseamos prolongar nuestra existencia lo más posible y creer en ellas… Sin embargo, no hay engaño cuando alguien jura amor eterno, es solamente que no le basta la existencia ni su propia humanidad para llevar a cabo tal cosa… Sabe ya un poco de su mentira, de una mentira en sentido extra-moral.

La mentira en sentido extra moral
: Amar a alguien, decirlo, y saberlo quimérico… en fin, asumir la soledad como un estado inherente a todo ser humano… Tragarlo y nunca negarlo –pregonar el dolor es todavía creer en bueno y malo, en toda la basura de nuestro hoy. Debemos rebasar con nuestra veracidad y fronta a la moralidad con su tú debes, son su negativa a buscar o no el amor, quien dice algo como: "eso no es amor", se equivoca; no hay algo asi como Amor, sólo formas de ello; debemos introducir ese sentido en la vida con todo su dolor y placer… Es asumir nuestra existencia como tal, sin buscar más. Es encontrarnos, asumirnos en la posibilidad de nuestro ser.

Ideas sueltas...


Nuestra supuesta racionalidad podría interpretarse como un mal chiste de la naturaleza, al ver a nuestros deprimidos, a nuestros eternos buscadores de sentido más allá de la vida; mientras ella nos ayuda a subyugar a otros animales termina por aplastar a demasiados con la mayor sutileza, con la mayor nimiedad a estos in-felices; es como si un tigre al tener esas grandes garras, y por ello ser el más eficaz dentro de todos los cazadores, tuviese una lastimera suplica por su condición de cazador, por sufrir constantemente por cortarse con sus garras al arrasar a sus víctimas. Sin embargo, existen aquellos, muy pocos por cierto, conocedores de la belleza connatural a todo lo terrible –sobre esa base de horror, de lo terrible es posible lo bello: la tragedia como prototipo de suyo. Y así podemos dividir a los hombres, los racionales con su bello fin del cuento fuera del mismo cuento (eternos resignados, cansados para crear, siempre tristes, sólo buscando razones para condenar al mundo) y algunos otros, los que buscan en su grandeza, en su medio día, su atardecer, su caída…

(Y, por tanto su más grande belleza efímera y grandilocuente -tal vez Sócrates lo sabía.)